viernes, 10 de septiembre de 2010

Leyendas porteñas : una ciudad con cuento

Dicen que las historias se repiten en todos lados. Es cierto. Pero a Valparaíso le pasa algo curioso: tiene una atmósfera cuentera. Abundan los relatos, los personajes legendarios y las animitas milagrosas. Hasta hechizos y pactos con el diablo son pan de cada día.




Quién no ha oído hablar del choro del Puerto, ese personaje corajudo que no duda en ofrecer combos, que es bueno para la juerga, duerme con un ojo abierto y siempre gana. Todos, pues es un personaje legendario. Puede llamarse Negro Cornelio, Choro Guzmán o ser el vecino de al frente; como sea sus historias serán siempre temerarias y llenas de picardía. El hecho que Valparaíso haya sido un puerto de recalada, con Barrio Chino y marineros extranjeros, hace que su imaginario sea rico tanto en historias de tabernas como en aquellas marinas. Si a eso le sumamos su pasado cosmopolita de inmigrantes franceses, ingleses, alemanes, españoles, italianos, etc., se tiene por resultado una colectividad con más leyendas que hechos.



Según el maestro Víctor Rojas Farías, autor de Valparaíso, el Mito y sus Leyendas, todos los porteños perciben lo cuentero de su ciudad. Es entretenido ver cuando llueve cómo bajan sillones y colchones como si fueran barquitos de papel por la calle Cajilla, o saber que para llegar desde Camino Cintura al plan puedes usar el sistema para salir de laberintos, siempre doblando a la izquierda alternando dos y una. Lo cierto es que su geografía y asentamiento urbano le han otorgado a Valparaíso la calidad de ciudad mítica.



Las animitas milagrosas se llevan buena parte del crédito a la hora de mantener el mito vivo. Rojas afirma que ésta es la ciudad con mayor cantidad por habitantes. En el Barrio Puerto está Rosita, la animita de los indigentes. Como todos estos pequeños templos, poco importa desde cuándo está o quién fue, lo que vale son sus milagros y pertenencia a la comunidad. En el callejón de los meaos, el pasaje Muñoz Hurtado, hay una animita anónima que ha sido sacada varias veces pero siempre vuelve a aparecer. Luego de la trágica explosión de 2007 en calle Serrano, se construyó una animita en memoria de los fallecidos. La ciudadanía la protege, los transeúntes se detienen a observarla y ya se puede leer a un costado:- Respete este lugar santo. Se está formando su leyenda.



De estos altares espontáneos, el más famoso es el de Emile Dubois en el Cementerio Playa Ancha. Dubois fue fusilado en 1907 sentenciado a muerte por asesinar a un señor de la alta sociedad e intentar hacer lo mismo con otro. ¿Homicida a sangre fría, ladrón que robaba para dar a los pobres o simplemente inocente? Su leyenda tiene muchas versiones pero quienes lo visitan concuerdan en algo, que es milagroso. Dubois llegó a lo máximo que puede aspirar un fusilado: ser santo de veneración popular.




Pero así como hay gente que acude a las animitas para pedir favores benignos, los hay quienes van para hacer maleficios. Es el caso de la tumba de Martín Busca, que data de 1945. Cuenta la leyenda que este hombre era paupérrimo y de un día para otro se convirtió en millonario. Había hecho un pacto con el diablo: fortuna a cambio de su alma una vez muerto, a penas su cuerpo tocara tierra.



Su mausoleo en el Cementerio Playa Ancha es abierto, hay que subir dos peldaños para entrar en él. Su ataúd es una gran caja de cemento levantada en el aire por cuatro patas de dragón (con seis dedos; el número del diablo). El piso tiene cuatro capas y su techo ovalado está pensado para resistir terremotos. Es decir, Martín Busca se las ingenió para que su cuerpo nunca tocara tierra. El hombre en vida fue un buen hombre, ayudó a quien pudo con su fortuna. Pero el mal rodea su sepulcro, en espera que algo pase y pueda llevárselo. Es por eso que quienes hacen brujería ocupan este lugar para conectarse con el diablo. Prueba de ello son las cruces y estrellas que dibujan sobre su ataúd, raspando el cemento con una moneda.






Una de leyendas clásicas de Valparaíso es la de la Piedra Feliz. No se sabe quién fue la primera, pero sí que muchas mujeres se han quitado la vida tirándose al mar desde allí. Es un lugar suicidante, explica Víctor Rojas, es decir que tiene energías que llaman al suicidio y, en este caso, a las féminas. Hace ya más de veinte años la dinamitaron para aminorar su altura, pero de vez en cuando vuelve a hacer noticia. Otra famosa historia trata sobre la Cueva del Chivato, donde habitaba el demonio hecho animal. Ubicada entre la Plaza Aníbal Pinto y El Mercurio de Valparaíso, en tiempos en que el mar llegaba hasta la calle Esmeralda, su leyenda nace de los naufragios que sufrieron los españoles en el siglo XVII. Siglos después, ya formada la ciudad y ganado terreno al mar, se construyó un camino que pasaba justo por fuera de la caverna; los porteños lo hacían muertos de miedo. Finalmente, el peñón fue dinamitado.




La Estatua de la Justicia a los pies de los tribunales de Valparaíso, también es objeto de leyenda. Su origen es claro: es una representación muy atípica de la equidad, por lo tanto, debe tener una historia detrás. Y dice así, el virrey del Perú tiene un hijo que peca de soberbia y brutalidad. Mata a un inocente plebeyo que lo derrotó en un juego de adivinanzas. El padre en vez de castigarlo lo ausenta del Perú por un tiempo, sabiéndose injusto. Años más tarde, cuando el virrey está por morir, manda a hacer una estatua de la Justicia que realmente representara su reino. El resultado: una mujer sin vendas en los ojos, de actitud altiva, con una mano apoyada en la cintura y sosteniendo en la otra la balanza y la espada, como si no importaran.

Cristo de La Matriz

Después de muchísimo tiempo, el extraño monumento habría llegado a manos chilenas y a Valparaíso, para saludar a los abogados justo antes de sus juicios. Pero un poco más hacia el sur, existe una representación que es mucho más importante, el Cristo de La Matriz. Es el único mito de la ciudad, pues a diferencia de las leyendas hace referencia al fin de los tiempos.






Esta figura sacra tiene dos orígenes legendarios. El primero dice que fue un obsequio del rey de España, Felipe II, luego que el pirata Francis Drake destrozara la capilla La Matriz; el segundo, que después de un terrible temporal, que destruyó al humilde puerto, llegó esta escultura desde el mar, devolviendo la esperanza a los pobladores. Sin embargo, el rasgo mítico se lo da otra historia: el Cristo solía tener la cabeza alta, miraba hacia su Padre en el cielo, pero debido a los pecados que ocurrían a su alrededor, en el Barrio Chino, fue agachando la cabeza. Sólo siete días antes del juicio final, volverá a alzarla en advertencia de que queda poco tiempo para redimirse.



El Cristo de la Matriz es importante para la comunidad porque fue ésta quien lo eligió como patrono. Es el personaje afectivo más efectivo en nuestra ciudad desde hace siglos: a cada terremoto, incendio, guerra, maremoto, ¿dónde se va la gente a llorar?– dice Rojas Farías. El Cristo desplazó la efigie del escudo de Valparaíso, la Virgen de Puerto Claro. Su devoción es inmensurable, por eso es mito y no leyenda. Aunque como dice el maestro Farías, el mito de Valparaíso es Valparaíso, por ser una ciudad con cuento.

Sus costumbres

El habla de los porteños:- ¿Cómo dijo?




                                                                 


Daniel Lagos Altamirano *



No es un dialecto, pero tiene palabras de uso propio en Valparaíso que al recién llegado pueden dejar perplejo. Para suerte de todo visitante o nuevo porteño existe el Diccionario lingüístico del habla de Valparaíso, una investigación hecha por egresados de la Universidad de Playa Ancha y dirigida por el Dr. Daniel Lagos Altamirano, que ayuda a ahorrarse un par de:- ¡¿Qué?!



Valparaíso goza de un léxico variado, en él abundan préstamos lingüísticos de diversas lenguas foráneas. Estos se pueden dividir en dos grupos: voces patrimoniales provenientes de la península ibérica, con el latín como base, y préstamos lingüísticos de otros idiomas provocados por instancias de contacto o convivencia de lenguas en el devenir histórico- cultural de la ciudad. En este sentido, el habla de Valparaíso tomó prestados indo americanismos del mapudungún (de los changos, sus más antiguos residentes conocidos), quechua (de los invasores incas de 1485), arahuaco y nahualt (hablados en México y Antillas; traídos por los españoles durante la conquista); y también extranjerismos: anglicismos, galicismos, germanismos e italianismos, incorporados en los siglos XIX y XX a través de las colonias de inmigrantes, cuando Valparaíso gozó de ser un puerto principal de Latinoamérica. A fines del siglo XX la inclusión de nuevos extranjerismos se debe en gran medida a los medios de comunicación masivos y a la globalización.

Todo lo anterior hace que los porteños tengan una manera de hablar particular. Y esta verdad, que sólo se afirmaba tácitamente, en el 2004 se transformó en un proyecto lingüístico serio, cuando un grupo de egresados de la carrera de Pedagogía en Castellano de la Universidad de Playa Ancha, guiados por el docente Daniel Lagos, se decidió a elaborar el Diccionario lingüístico del habla de Valparaíso. Fue así que dichos como pan batido, con la caña, bajar al plan y salida de cancha pasaron de ser inventos coloquiales a objetos de estudio.

Se seleccionaron algunas preguntas que constituyen parte del Proyecto de Investigación Atlas lingüístico y etnográfico del Centro de Chile, ALECECH –cuenta el Dr. Daniel Lagos Altamirano-. Esta selección posibilitó la confección de una encuesta representativa que rescatara el habla porteña y así poder comprobar en terreno sus usos y peculiaridades. Con los resultados obtenidos se espera conocer la variedad, difusión, manejo y extensión de las expresiones lingüísticas de esta comuna.

                                                 Bagubra

El proyecto contó con el financiamiento de FONDART -Fondo Nacional de la Cultura y las Artes-. En marzo del 2005 fue publicado en formato de libro, teniendo como uno de sus objetivos ser un aporte al desarrollo del patrimonio lingüístico y cultural de la zona, tal cual se expresa en sus primeras páginas. Es decir, rescata un aspecto del valor intangible que tiene Valparaíso, es por ello que se privilegió como fuente al hablante nativo, a quienes nacieron y se criaron en la ciudad.


Valparaíso tiene la particularidad de ser no sólo un puerto comercial, sino que también con la gran presencia de inmigrantes, se ha convertido en una plataforma de intercambio cultural entre Chile y el resto del mundo, un centro de irradiación lingüística- dice el Dr. Lagos Altamirano. En otras palabras, muchas de las expresiones coloquiales del habla nacen en el puerto y son exportadas a otras zonas del país o al extranjero. O como decía un viejo dicho, Valparaíso, siempre primero.



Palabras o expresiones porteñas



Abrir el tollo: hablar desmedidamente

Acorneteado: mareado por efecto del mar

Arturo: billete de diez mil pesos chilenos denominado así debido al retrato del héroe Arturo Prat Chacón que aparece en él

Bachicha: persona de nacionalidad italiana. Refiérase específicamente a los comerciantes de esta nacionalidad

Bagubra: librero, que vende libros usados o nuevos

Bajar al plan: En la ciudad de Valparaíso, cuya población vive mayoritariamente en los cerros, se denomina plan a la parte plana de la ciudad, donde están los edificios públicos y el comercio. Las personas de la capital le llaman plano, por lo que podría pensarse que plan, con este sentido, no es de conocimiento general en Chile.

Bichicuma: haragán de puerto o playa. Del inglés beach comber, peinador de playa

Bogatún: fiesta de camaradería de oficiales de marina en retiro, realizada con el objeto de revivir el ambiente y prácticas de la vida marinera en sus detalles

Bolera: mujer que practica el acto sexual promiscuamente

Cachota: espinilla

Calar por loreo: ir a pescar buscando el lugar donde otro pescador ha logrado gran cantidad de peces

Cañón de museo: persona mezquina, sobre todo en reuniones sociales. Se les dice así porque:- No dispara nunca.

Capa: guardapolvo de color ordinariamente claro, de mangas largas y abierto por delante y que llega hasta el muslo o la rodilla. Suelen vestirla los varones como ropa de trabajo sobre aquella que se lleva puesta y también los escolares sobre sus uniformes

Chapulín: menstruación

Choros del puerto: refiérase de las personas que viven en Valparaíso

Cometa: nombre con el que se designa a un comerciante

Con la caña: individuo ebrio

Contigo aprendo: úsese para referirse a un corte de pelo mal hecho

Cuánto pesa: pregunta que se utiliza para saber el valor de algún objeto

Cuicólica: Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, viene de cuico y católica

Dama Blanca: Buque- escuela Esmeralda

Diligencia: micro excesivamente lenta y vieja

Donke: del inglés donkey, “burro”. Grúa a vapor. Caldera del barco

Eslinga: del inglés “to sling”. Mercadería que abulta

Fabiola: varón homosexual. Deriva de un personaje porteño conocido por su condición de travesti

Hámster: persona que tiene las orejas pequeñas

La Valpo: Universidad de Valparaíso

Malparaíso: Valparaíso

Managua: del inglés ‘man of war’ “hombre de guerra”. Marino

Nopli: cachetes

Pancho: apelativo afectuoso y popular que se le da a Valparaíso. Existen dos teorías sobre su origen. La primera alude a la distintiva Iglesia de San Francisco del Cerro Barón, con su torre claramente visible desde el mar. La segunda, a la semejanza de la ciudad con San Francisco, Estados Unidos, en tiempos de la fiebre del oro

Pan batido: Pan corriente de masa liviana, esponjosa y sin grasa, regularmente hendido en dos secciones longitudinales por la parte anterior y plano en la posterior

Panzer: nombre que recibe la barra oficial del club deportivo Santiago Wanderers

Papapleto: sándwich preparado con pan de mesa, palta, tomate y mayonesa que, en lugar de llevar una vienesa -como el completo- se rellena con papas fritas

Petróleo: vino tinto

Pie de cerro: donde comienza a subir la ladera del cerro

Sacar los choros del canasto: acabar con la paciencia de una persona

Salida de cancha: especie de buzo o combinación de pantalón casaquilla que usan los deportistas sobre su equipo para abrigar su cuerpo antes y después de sus ejercicios

Sansanos: alumnos de segundo año en adelante de la Universidad Técnica Federico Santa María

El largo camino para ser ciudad

El progreso del puerto sería arduo y lento, pero nunca faltaron aquellos que vieron en el antiguo valle de Quintil el potencial de una gran urbe, luchando porque aquel poblado de chozas llegara a ser digno de atención, hasta de los mismos reyes de España.





A mediados del siglo XVII, comienza a repuntar el Valparaíso colonial, gracias a las gestiones del gobernador Juan Jaraquemada. Éste viene al puerto desde Perú en 1611, encontrándose con una tierra baldía, pero encantadora a sus ojos - Con sólo una iglesia pajiza, sin persona que la mirase, que me causó admiración -. Jaraquemada decide hacer algo por aquel lugar: nombra al capitán Pedro de Recalde “Alcalde de Mar” y le encarga poblar Valparaíso, repartiendo chacras y solares. Jaraquemada tenía además la intención de independizar al puerto de la ciudad de Santiago, Capital del Reino, pero los concejales capitalinos se opusieron rotundamente, alegando un posible despueble y desabastecimiento. Valparaíso pierde la oportunidad de ser una ciudad con todas las de la ley.





Valparaíso según Touchard



No hay que olvidar el aporte que significó al desarrollo de la ciudad la llegada de las órdenes religiosas, las que al asentarse hicieron de esta tierra un lugar más habitable. Pioneros fueron los agustinos, quienes en 1627 reciben un terreno en la quebrada que se nombró de San Agustín – hoy Plaza de Justicia - para la edificación de su claustro y templo. Esta sería la segunda iglesia en Valparaíso, después de aquella pajiza que conmovió a Jaraquemada y que desde 1658 pasa a ser la parroquia oficial de la ciudad.



La parroquia - Era entonces la casa del cura, el palacio y hotel de Valparaíso, único albergue de caminantes de cuenta y especialmente de eclesiásticos de toda jerarquía - cuenta el historiador Vicuña Mackenna.


la matriz







La Matriz, la iglesia pajiza que vio Jaraquemada



Habiendo tantas personas en tránsito, que necesitaban pasar la noche en el puerto y volver a embarcar al día siguiente hacia Perú o España, la pequeña iglesia no daba abasto y se improvisaban chozas al aire libre. Como era frecuente encontrarse con monjes franciscanos durmiendo en la iglesia y sus alrededores, el obispo Humanzoro les cede un terreno en 1663, en la quebrada de San Antonio de Puerto Claro. Ellos ponen un hospedaje y un año después alzan su templo y convento. Pasa un siglo completo hasta que, en 1765, se instalan los hermanos de la orden de San Juan de Dios, destacando por la creación del primer hospital de la ciudad.



Durante el siglo XVII el comercio a través del puerto creció de manera lenta pero sostenida. Los productos más transados eran las telas y víveres traídos desde el Virreinato del Perú; del mismo Valparaíso se exportaba sebo, cáñamo, mulas y coquitos de palma.





Una de las razones del crecimiento del comercio en Valparaíso fue que sus colonos ya no tendrían que ir a la guerra. La permanente amenaza indígena en el Reino de Chile había llevado al Rey Felipe II en 1600 a destinar para él un ejército profesional. Otra razón fue la flexibilización de las medidas que impedían el ingreso al puerto de naves que no fueran españolas. Ante el riesgo de que el contrabando acaparara todo el negocio, la Corona permitió a algunas naves francesas hacer tratos con los colonos, a cambio de un pago de derechos. Esto llevó a Valparaíso a constituirse en plaza mercantil, tras ser durante siglo y medio una paupérrima plaza de guerra.



Se comenzaron a construir bodegas para almacenar los productos: galpones de adobe y teja repartidos a lo largo de la playa, en lo que después se llamaría calle del Comercio y luego de la Aduana. Los dueños de estas bodegas eran los grandes hacendados del interior, quienes se reunirían en el gremio de los bodegueros. Destacan Gaspar de los Reyes y Pedro Cassas, que inauguran la marina mercante en 1664, comprando un barco peruano para fines comerciales.





Se acercaba el siglo XVIII y el 19 de septiembre de 1682 Valparaíso, que había estado bajo la jurisdicción de Quillota y con el título de “Puerto de Santiago”, pasa a ser un corregimiento independiente. Sin embargo, a pesar del incremento en las exportaciones y los avances en infraestructura, el historiador Víctor Domingo Silva es tajante al decir que a fines del siglo XVII y principios del XVIII - El contrabando fue nuestra salvación.



Para 1713, según las crónicas del ingeniero militar Amadeo Frézier, eran 150 familias las que habitaban Valparaíso. No más de 30 hispano - criollos y el resto negros, indios y mestizos.



El panorama de Valparaíso en 1760, para la historiadora María Teresa Cobos, era como sigue. El vecindario y la guarnición que cuidaba la plaza pasaban por períodos de hambre. Había desabastecimiento de víveres, ya que los terrenos no eran aptos para el cultivo y lo que llegaba desde el interior tenía precios muy elevados. Las fortificaciones de Valparaíso – San José, San Antonio y Concepción - se caían a pedazos.



Hay que tener en cuenta que la ciudad había vivido temporales y dos grandes terremotos, en 1730 y 1751, que destruyeron casas y edificios macizos, como la iglesia de la Merced y la nueva Catedral. Pero la gente del puerto encontraba razones para la diversión, prueba de ello era la jarana que se formaba en La Recova, el mercado municipal construido en 1786 en calle La Planchada. Los guardias se paseaban obligando a la gente a retirarse a sus casas y a los marinos a guardarse en sus barcos, hasta se llegó a prohibir a los pulperos la venta de alcohol. Luego cambió el lugar de encuentro al largo corredor externo del edificio de la Aduana - que data de 1795 - y nuevamente se necesitó de vigilancia para impedir las “ofensas a Dios” que tanto entretenían a los lugareños.





El comercio colonial en la bahía. Aporte Fundación Lukas



Ambrosio O’Higgins, irlandés al servicio de la corona española en Chile, que luego sería Virrey del Perú - además de padre del prócer chileno de la Independencia Bernardo O’Higgins - fue clave en el desarrollo institucional de Valparaíso. Gracias a su gestión, desde el 19 de abril de 1789 Valparaíso tuvo su propio Municipio, lo que le permitió progresar en urbanización. Se repararon zanjones de la ciudad y plazoletas de los conventos. Para 1793, Valparaíso tuvo su propia escuela primaria pública, aunque funcionaba malamente por la falta de fondos.



También gracias a la voluntad de O’Higgins, en 1802 se presentó a España la solicitud para que los porteños vivieran en la muy leal e ilustre ciudad de Valparaíso de Puerto Claro. Sólo que el dictamen de la Corona Española se concretó nueve años más tarde, cuando la Independencia cambiaría el destino de Chile y muy particularmente de Valparaíso.










Fuente : http://www.ciudaddevalparaiso.cl